La descalificación de McLaren en el GP de Las Vegas por el exceso de desgaste en la plancha de sus autos encendió todas las alarmas en la Fórmula 1. Y aunque oficialmente se habló de un “incumplimiento técnico”, dentro del paddock la pregunta sigue flotando: ¿realmente fue un accidente o McLaren estiró demasiado la cuerda para mantener a raya a Red Bull y a Max Verstappen?
La inspección de la FIA reveló que tanto Lando Norris como Oscar Piastri rodaron con una altura tan baja que los skids —los patines metálicos que protegen la plancha— terminaron desgastándose por debajo del límite permitido. El detalle es que el problema no ocurrió donde todos esperaban. Lo sorpresivo fue que el fallo se dio en la zona media y trasera del auto, no en la delantera, que es donde McLaren suele empujar su puesta a punto al límite.
El origen de la sospecha: un experimento que salió caro
Las dudas comenzaron incluso antes de la sanción. Desde 2023, McLaren ha sufrido en Las Vegas: falta de ritmo, accidentes y una estabilidad inconstante en el asfalto frío del Strip. Pero en el último stint del año pasado, cuando ya no había nada que perder, Norris probó una configuración que le permitió marcar la vuelta rápida. Y en 2025 insinuó que esa misma solución sería la clave para ser competitivos este año.
La sospecha creció cuando ambos McLaren sacaban chispas de forma desmedida durante la carrera, señal típica de un auto rodando peligrosamente bajo. La FIA mide la plancha con precisión micrométrica: los autos papaya quedaron fuera por desgastes equivalentes al grosor de un cabello humano.
Es cierto: no querían hacer trampa, pero sí empujaron el reglamento a su límite absoluto. Y con tan pocas vueltas de práctica —por las sesiones recortadas— fue imposible calcular el riesgo real.
El empuje de Red Bull pudo llevarlos al límite
Hay otro ingrediente clave: la presión de Red Bull. El equipo de Verstappen encontró un salto de rendimiento importante en las últimas carreras, obligando a McLaren a exprimir cada milímetro de su ingeniosa suspensión, diseñada para que el auto vaya lo más pegado al suelo posible.
En condiciones normales, McLaren sabe calibrar ese límite. Pero Las Vegas tiene factores únicos: baches, cambios bruscos de temperatura, rectas largas y frenadas violentas. Es un caldo perfecto para errores milimétricos.
Eso explica por qué el auto de Piastri se desgastó más en la zona delantera, mientras que el de Norris lo hizo atrás: dos estilos de manejo distintos empujaron un mismo diseño hasta un punto insostenible.