El ayuno intermitente ha ganado atención en el ámbito del deporte y la salud. Según diversos especialistas, esta práctica consiste en alternar períodos de alimentación y suplementación con lapsos sin consumir alimentos, lo cual puede generar respuestas fisiológicas similares a las provocadas por dietas hipocalóricas. La efectividad de este método y de qué tan saludable es depende del tipo de protocolo utilizado, la condición física del individuo y su historial médico. Por ejemplo, no es sano para mujeres embarazadas o personas con diabetes, entre otras.
¿Qué beneficios tiene el ayuno intermitente según estudios científicos?
Los enfoques más adoptados incluyen estrategias como los días alternos de restricción calórica, el modelo 5:2 —que limita la ingesta en dos jornadas semanales— y el método diario con ventana de alimentación de ocho horas. Estos esquemas modifican los patrones de consumo sin eliminar grupos de alimentos. Según varios análisis de MayoClinic, han documentado que el ayuno intermitente puede contribuir a la pérdida de peso en proporciones similares a las dietas tradicionales de reducción calórica.
Al disminuir la ingesta total de energía, se facilita un balance negativo que favorece la disminución del tejido adiposo. Además, existe evidencia de que este tipo de alimentación podría reducir el riesgo de enfermedades asociadas con la obesidad, como la diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer y problemas cardiovasculares.

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En deportistas y personas activas, se ha observado una mejora en la sensibilidad a la insulina y un incremento en la eficiencia metabólica. También se han estudiado los posibles efectos antiinflamatorios. Algunos reportes señalan beneficios para padecimientos como artritis, asma, esclerosis múltiple, e incluso enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. En estos casos, el ayuno intermitente aparece como una posible herramienta complementaria, aunque aún se requiere más investigación clínica para establecer conclusiones definitivas.
¿Qué efectos secundarios puede generar el ayuno intermitente?
Durante las primeras semanas, muchas personas pueden experimentar hambre, fatiga, insomnio, náuseas o dolores de cabeza. Estos síntomas suelen ser transitorios y tienden a desaparecer tras la adaptación al nuevo patrón alimenticio.
El ayuno intermitente no es recomendable para estos grupos: mujeres embarazadas, personas con trastornos alimenticios, pacientes con reflujo gastroesofágico, diabetes, o antecedentes de cálculos renales. En estos casos, se aconseja una valoración médica previa.