En los últimos días, el nombre de Akaza ha vuelto a arder con fuerza en redes gracias a Demon Slayer: Castillo Infinito. Pero esta vez no es solo por sus increíbles escenas de batalla, sino por algo más profundo: ¿de verdad lo perdonamos?
Porque sí, Akaza es un demonio. Es la Luna Superior Tres, un asesino despiadado. Pero detrás de esos ojos rojos y esa rabia brutal, hay una historia que duele. Una historia de pérdida, de amor y de decisiones tomadas desde el vacío. Antes de ser un demonio, fue Hakuji, un joven que solo quería proteger a quienes amaba. Pero el mundo fue cruel, le arrancó todo, y él eligió el camino más oscuro creyendo que así podría evitar más sufrimiento.
En la película vemos destellos de esa humanidad enterrada. Cómo, incluso en medio de la pelea, algo en él tiembla. Como si dentro de toda esa rabia todavía viviera ese joven que amó, que sufrió, que no supo cómo seguir adelante. Y es eso lo que ha movido al fandom: la sensación de que Akaza no fue solo un villano, sino una víctima más del dolor.
Muchos dicen que no puede haber perdón para alguien con tanta sangre en las manos. Pero otros… otros han elegido ver más allá. Porque en sus últimos momentos, Akaza no se aferra a la vida como los otros demonios. No intenta huir. No quiere regenerarse. Acepta, recuerda, Ama. Y en esa decisión, en ese último acto, encuentra lo que siempre buscó: paz.
Tal vez el perdón no se diga en voz alta, pero se siente. En cada fanart, en cada comentario que dice “yo también lo hubiera hecho por amor”. Porque a veces, cuando el dolor es más fuerte que tú, lo único que queda es luchar hasta el final con el poco amor que te queda. Y eso fue lo que hizo Akaza.
¿Tú también lo perdonarías?
