La sequía y las altas temperaturas que sacuden a Estados Unidos este verano comenzaron a ocasionar graves consecuencias en algunos territorios del país, donde las autoridades ya toman cartas en el asunto para combatir futuras problemáticas. Particularmente en Texas, los habitantes están preocupados por el estado de un lago ubicado dentro de un parque estatal y rige una alerta para que los residentes no realicen ciertas actividades.
Durante las últimas semanas, en el Estado de la Estrella Solitaria se han visto algunas lagunas y embalses secos por el clima extremo. Sin embargo, la situación de O.C. Fisher Reservoir, un lago artificial ubicado dentro del Parque Estatal San Angelo, es cada vez más dramática dado que se encuentra en niveles “extremadamente bajos”, según una publicación en redes sociales del predio.
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El Lago de Pátzcuaro en peligro: un emblema en riesgo de desaparición por la falta de agua
Situado al noroeste de la ciudad de San Antonio, el parque atraviesa en la actualidad uno de sus peores momentos. En la cuenta oficial de Instagram, quienes están a cargo de la comunicación del lugar explicaron que los niveles del agua son preocupantes: “Tiene actualmente un 1.2% de capacidad o, en otras palabras, está 98.8% vacío”.
“Aunque está permitido, se pide que las personas no utilicen kayaks, canoas y otros pequeños barcos. Por la misma razón, también se desalienta la natación recreativa, vadear o flotar”, sentenciaron. Además, notificaron que no se permiten vehículos fuera de la parte de cemento de las rampas del barco.
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No es el único lago que preocupa por su estado
Además de O.C. Fisher Reservoir, dos embalses importantes enfrentan una situación crítica. Según informó el medio Texas Tribune, Amistad International y Falcon International, en el sur del estado, se encuentran en niveles récord. El primero, explicaron, “estaba aproximadamente al 11% al 25 de junio, mientras que Amistad estaba en un mínimo histórico del 19%".
La falta de agua amenaza tanto a la industria agrícola como a los usuarios residenciales de la región y las autoridades están cada vez más atentas a las repercusiones. En abril, Canyon Lake alcanzó un nivel de agua bajo que no experimentaba desde la década de 1960.
