Karina Torres, originaria de León, Guanajuato, es una figura influyente y parte fundamental del colectivo Las Perdidas. Antes de asumir su identidad como mujer trans, vivió en un contexto de vulnerabilidad que incluyó desafíos personales como una década de adicciones desde su adolescencia.
Durante ese período se distanció de su familia y transitó por situaciones muy difíciles. Más tarde, encontró su camino de identidad y visibilidad al sumar su voz a la comunidad trans en México.
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Aunque no hay muchas imágenes públicas de aquella etapa, en redes sociales circulan videos y comparativas donde se muestra su evolución.
Desde TikTok se han viralizado clips con la frase “Karina Torres cuando era hombre”, pero la mayoría destacan su empoderamiento y felicidad tras aceptar su identidad. Estas publicaciones suelen intentar mostrar su transformación con respeto y sin sensacionalismos.
¿Qué representa la transición de Karina Torres según su historia?
Karina no solo cambió de género: también cambió su vida entera. Tras superar adicciones y reintegrarse en su familia, en 2023 se graduó como estilista profesional en León, marcando un nuevo rumbo personal y profesional.
Hoy es comediante, influencer y profesional del estilismo, conocida por su autenticidad en Instagram y YouTube.
Su visibilidad como mujer trans inspira a quienes atraviesan procesos similares. Habla abiertamente sobre su identidad y muestra que la superación personal puede ser colectiva.
Como parte de Las Perdidas, junto con Wendy Guevara y Paola Suárez, ha contribuido a construir narrativas positivas para las mujeres trans dentro del entretenimiento. La comunidad la celebra no por su pasado, sino por lo que representa ahora: resiliencia, visibilidad e irreverencia creativa.
Su historia tiene peso porque rompe esquemas. Karina ha usado su plataforma para visibilizar y normalizar.
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Su palabra más conocida, “nadaqueveriento”, llegó a ser reconocida como parte del habla popular y se volvió un emblema de su personalidad extrovertida y sin filtros.
La relevancia de Karina va más allá del entretenimiento: es un ejemplo de cómo una persona puede reconstruirse completamente, redefinir su identidad y, al mismo tiempo, generar comunidad.
Su transición marca no solo un cambio de género, sino su evolución como persona, profesional y creadora de cultura digital.
