Acariciar perros de forma habitual puede parecer un gesto casual, pero la psicología sugiere que este comportamiento está estrechamente vinculado con el bienestar emocional y mental.
¿Por qué las personas acarician tanto a los perros?
De acuerdo con la doctora Louise B. Miller, Ph.D., especialista en salud mental integrativa, el contacto con animales —especialmente con perros— genera efectos positivos en el cuerpo y en la mente. Su análisis, publicado en Psychology Today, destaca que esta conexión va mucho más allá del afecto.
Según Miller, acciones como acariciar, abrazar o simplemente estar cerca de un can aumentan la producción de serotonina y dopamina, neurotransmisores asociados al placer, la calma y el bienestar.
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Estos cambios químicos ayudan a reducir los niveles de estrés, ansiedad y depresión, al tiempo que estabilizan el ritmo cardíaco y la presión arterial. Incluso observar a animales como los peces puede inducir una sensación de tranquilidad.
Desde una perspectiva psicológica, acariciar perros con frecuencia puede ser una forma de buscar regulación emocional o alivio frente al estrés diario. En contextos de soledad, ansiedad o baja autoestima, la interacción con animales funciona como una forma de soporte social no verbal, que permite canalizar emociones de forma segura.
Beneficios comprobados para la salud mental
Diversas investigaciones coinciden en que convivir con mascotas, particularmente perros, puede disminuir los síntomas de trastornos como la depresión, aumentar el sentido de propósito, reforzar la autoestima y ofrecer compañía constante.
Este vínculo resulta especialmente beneficioso para personas mayores o para estudiantes que atraviesan situaciones de alta presión, como exámenes universitarios. De hecho, algunas universidades ya incorporan perros de terapia para ayudar a sus alumnos a manejar la ansiedad.
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Los perros, en particular, requieren cuidados diarios que imponen una rutina. Sacarlos a pasear, alimentarlos y convivir con ellos ayuda a establecer hábitos saludables. Además, los paseos frecuentes reducen el sedentarismo y promueven interacciones sociales, ya que las mascotas actúan como facilitadores del contacto humano.
