La labor de crianza no es en lo absoluto sencilla, en especial por todas las dudas que existen sobre cuáles son las formas correctas. Una duda frecuente entre los padres es sobre cómo enseñarles a no ser egoístas, proceso en el que se puede cometer el error de obligar a los niños a que compartan sus cosas, creyendo que así se les está dando una lección.
Sin embargo, este método podría generar consecuencias negativas, ocasionando comportamientos adversos a los deseados y haciendo que los menores crean que el ser empáticos o solidarios es algo malo.
¿Porque no debemos obligar a los niños a compartir?
De acuerdo con el sitio especializado Familius, cuando se fuerza a un niño a que preste sus cosas, como sus juguetes, se da un mensaje equivocado en el que parece que debe renunciar a lo que le gusta solo porque alguien más lo quiere.

Es así como se pierde la posibilidad de que ellos mismos se den cuenta de por qué estos actos son tan importantes, pues pasan a verlo como un castigo y con el tiempo podrían trasladar este pensamiento a otras situaciones.
Lo mejor es que conforme crezcan se les explique el valor de ser considerados con los demás, haciéndoles ver que hacer feliz a alguien más también es satisfactorio.
Cuáles son las desventajas de obligar a un niño a prestar sus juguetes
Otro de los motivos por lo que no es bueno hacer que los niños presten sus pertenencias a la fuerza, es porque se atenta directamente contra su sentido de autonomía.
Y es que si bien a su corta edad todavía no dimensionan el peso de esta palabra, sí saben que sus cosas son valiosas para ellos y las tienen como tesoros, por lo que esta acción podría hacerlos creer que se les está “arrebatando” algo que aman.
Si tu hijo no quiere prestar sus juguetes, esto es lo que debes hacer
Según un artículo de Tutor Time, los padres de familia y tutores deben alentar el sentido de autonomía y escuchar sus deseos, incluso con situaciones que parecen no tener importancia como el negarse a prestar sus pertenencias preferidas (ya sea a sus hermanos, familiares o amigos).

En este sentido, lo ideal es hacerles una primera recomendación de por qué deberían ser compartidos, pero sin caer en persuasiones que los hagan responsables sobre los demás. Es decir, no amenazarlos con que “si no prestan ese juguete, el otro niño se sentirá muy triste”, sino explicarles que ambos podrían divertirse si juegan en conjunto.
Así, poco a poco se irá fortaleciendo el sentido de empatía y generosidad, pero de una forma en que los niños vean ser compartidos como algo positivo y no como una imposición.
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