La Organización Mundial de la Salud define al lavado de manos como la medida más sencilla, económica y efectiva para prevenir la transmisión de numerosas enfermedades infecciosas. Esto se debe a que estas extremidades están en constante contacto con superficies contaminadas y luego con la nariz, boca y ojos, que son vías de entrada para los microorganismos. Por eso, se debe elegir el jabón correcto.
Si bien es fundamental hacer la limpieza de esta zona con agua, no debe efectuarse con cualquier producto, ya que puede ser contraproducente. El producto para los trastes contiene químicos agresivos diseñados para remover grasa y suciedad de utensilios, pero que pueden causar irritación, resequedad y daño en la piel humana si se usan directamente sobre las manos.
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¿Cómo hacer que el detergente no irrite sus manos?
Según información de la Clínica Mayo, así como hay detergentes que son muy agresivos, también ocurre lo mismo con los jabones. En ambos casos es fundamental tener en cuenta ciertos procedimientos:
▪️Humedece bien tus manos con agua tibia (no caliente) antes de aplicar el jabón, para reducir la agresividad sobre la piel.
▪️Lava tus manos frotando suavemente, asegurándote de cubrir todas las áreas, pero sin frotar con fuerza para no irritar la piel.
▪️Enjuaga completamente el jabón con abundante agua para eliminar cualquier residuo que pueda resecar o irritar.
▪️Seca tus manos con una toalla limpia y suave, sin frotar demasiado para no dañar la piel.
▪️Aplica crema hidratante varias veces al día, especialmente justo después de lavarte las manos, para restaurar la barrera protectora y evitar la sequedad y agrietamiento.
▪️También puedes usar guantes protectores para evitar el contacto directo con la piel.
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¿Qué tipo de jabón para lavatrastes debe elegirse?
Especialistas recomiendan aquellos que tienen glicerina, que es un humectante natural con propiedades higroscópicas, es decir, tiene la capacidad de atraer y retener la humedad del ambiente en la piel. Además, ayudan a eliminar bacterias y proteger la piel de agentes externos.
Por su parte, evita la sequedad y la tirantez, previniendo la descamación, rojeces y zonas ásperas, una situación característica del lavado de platos.
