Hay cosas que rara vez se nombran, pero que resultan familiares para muchos: como esa peculiar esencia que algunos llaman sin rodeos “olor a viejito”. Aunque puede parecer un tema incómodo, es una realidad que muchas mujeres empiezan a notar con el paso del tiempo y que genera dudas sobre si es posible eliminar con jabón.
¿Será consecuencia de la edad, los cambios en la piel, la ropa o las hormonas? La respuesta no es simple, pues intervienen varios factores. Incluso la inteligencia artificial de ChatGPT ofrece algunas explicaciones y consejos para enfrentar esta situación que, aunque común, sigue siendo poco abordada en el día a día.
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¿Qué tipo de jabón ayuda a eliminar el olor a ‘viejito’?
Según lo que han recopilado los sistemas de IA al analizar información dermatológica y hábitos de higiene, lo que mejor funciona no son los jabones que huelen bonito, sino los que realmente limpian en profundidad.
Específicamente, los jabones con ingredientes antibacterianos naturales y poder desodorante suave son los más recomendados para combatir el famoso “olor a viejito”, que suele estar relacionado con una molécula llamada 2-nonenal (sí, tiene nombre de villano).
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También ayudan muchísimo los jabones con exfoliantes suaves, como la avena, el carbón activado o incluso fórmulas con sal marina. Porque muchas veces no es que la piel huela mal, sino que hay células muertas acumuladas que se quedan ahí… y bueno, hacen lo suyo.
¿Qué tipo de jabones conviene evitar?
Los que prometen “olor a perfume todo el día” suelen ser los peores. Tienen fragancias artificiales y alcoholes que resecan la piel y solo tapan el olor unas horas, pero no lo eliminan. A la larga, eso puede hacer que el problema empeore.
La IA también sugiere optar por jabones con pH equilibrado y sin químicos agresivos, porque la piel madura necesita más cariño, no más irritación. Y si el jabón cuida la microbiota natural, mejor todavía.
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¿Qué otros cuidados ayudan a que el olor no regrese?
No todo es el jabón. También cuenta lo que se hace después. Por ejemplo, hidratar la piel después del baño, evitar ropa sintética, lavar con frecuencia zonas como cuello, axilas y espalda, y cambiar toallas y sábanas más seguidas de lo que a veces nos gustaría admitir. Todo eso suma.
