El fenómeno de la lluvia ácida no es nuevo, pero en años recientes los científicos han identificado un elemento que ha encendido las alarmas a nivel mundial. Se trata del ácido trifluoroacético (TFA), una sustancia que se ha detectado en cada episodio de lluvia y nieve alrededor del planeta y cuya acumulación podría representar una amenaza global.
De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la lluvia ácida se forma cuando la humedad se combina con contaminantes como óxidos de azufre y nitrógeno, generando daños en la vegetación, materiales y ecosistemas acuáticos. Ahora, estudios recientes apuntan a que el TFA se ha incorporado de manera permanente a este ciclo, lo que preocupa a la comunidad científica.
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¿Qué es el ácido trifluoroacético?
El TFA pertenece al grupo de compuestos conocidos como sustancias perfluoralquilo y polifluoroalquilo (PFAS), también llamados “químicos eternos” porque prácticamente no se degradan de manera natural. Esta característica los convierte en contaminantes persistentes que, una vez liberados al ambiente, son extremadamente difíciles y costosos de eliminar.
En un artículo publicado en octubre de 2024 por la National Library of Medicine, el profesor Heinz Arp catalogó al TFA como una amenaza comparable al cambio climático y urgió a tomar medidas inmediatas para reducir su presencia. Según el investigador, aunque todavía se desconocen las consecuencias a largo plazo, de confirmarse efectos negativos serían a escala global e irreversibles.
Riesgos y necesidad de acción
Algunos estudios señalan que el cuerpo humano puede expulsar el TFA a través de la orina, lo que reduciría su riesgo directo para la salud. Sin embargo, las concentraciones crecientes en animales, suelos y fuentes de agua hacen temer impactos ecológicos severos. Por ello, especialistas recomiendan disminuir el uso de sustancias que generan TFA al degradarse, como refrigerantes, aerosoles, pesticidas y ciertos fármacos.
Aunque la investigación sobre este químico permanente aún está en curso, la comunidad científica coincide en que es necesario actuar desde ahora para evitar que su acumulación se convierta en un problema tan grave como la crisis climática actual.