Si lo tuyo es viajar y comer barato, seguramente el Pueblo Mágico de Oaxaca, Capulálpam de Méndez, te encantará, pues es considerado como el mejor Pueblo Mágico de este estado, según la Inteligencia Artificial (IA).
Y es que, no es para menos, en listados gastronómicos de medios locales se menciona que en Capulálpam los hospedajes económicos y la comida local pueden encontrarse por menos de 300 pesos y que en su mercado un plato típico ronda los 150 pesos.
Según el Gobierno de México, este pueblo, ubicado en la Sierra Norte, tiene un modelo de turismo comunitario que prioriza precios justos y control local, lo que ayuda a contener la especulación gastronómica.

Además, Capulálpam es reconocido como Pueblo Mágico desde 2007 y conserva fuerte identidad zapoteca, lo que contribuye a mantener prácticas gastronómicas auténticas, no orientadas exclusivamente al turista.
¿Qué platillos se pueden comer en Capulálpam de Méndez, Oaxaca?
En Capulálpam se reporta que en el mercado local y en las cocinas caseras todavía se sirven tlayudas, mole de olla, tamales, sopa de guías y otros guisos tradicionales por precios que un viajero considera accesibles. Es común que turistas comenten que pueden comer con sabor auténtico sin pagar tarifas infladas.
El modelo de turismo comunitario también promueve que los habitantes sean quienes operen negocios de comida, evitando intermediarios que elevan costos. Este control local ayuda a mantener precios justos, incluso con crecimiento turístico moderado.
Cabe destacar que Oaxaca en general está reconocida por su riqueza gastronómica: en el Tianguis de Pueblos Mágicos, cocineras tradicionales de distintas regiones del estado exhiben platillos como mole, tamales, chiles rellenos y bebidas ancestrales, lo que demuestra la fuerza culinaria regional.
¿Qué se puede hacer en Capulálpam además de comer rico y barato?
Capulálpam no solo conquista por su comida, también por su esencia. Puedes relajarte en un temazcal tradicional, caminar entre montañas cubiertas de niebla o dejarte sorprender por la sabiduría de sus curanderas. Todo ahí se siente auténtico, sin prisas ni pretensiones, como un respiro que también se saborea.
Dulce, rojo, verde... ¿y qué más? ¡Tamales con años de tradición!