El Pueblo Mágico de México donde parece que viajas a 1900 y te sientes como en una película

Este Pueblo Mágico en México es tan irreal que parece una película antigua… y muchos aseguran que algo se siente diferente apenas llegas.

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Caminar por las calles de Real de Catorce es como cruzar la pantalla de una película de época en México. El viento levanta el polvo, las casas de cantera se asoman entre ruinas mineras, y la historia —en lugar de estar en los libros— está viva en cada piedra. Este Pueblo Mágico de San Luis Potosí no es una escenografía armada: es auténtico, antiguo, vibrante.

Desde que atraviesas su túnel de entrada, algo cambia: se calla el ruido del presente y se enciende la sensación de haber viajado a otro siglo. Desde su nombramiento como Pueblo Mágico en 2001, Real de Catorce ha sido reconocido por la Secretaría de Turismo como una “leyenda viviente”.

Y no es para menos: aquí se mezclan la memoria minera, el misticismo huichol y una estética que parece salida de un filme clásico. No es un lugar para hacer check-in; es un lugar para dejarte llevar.

¿Por qué Real de Catorce parece un Pueblo Mágico sacado de una película de época en México?

Hay algo en la atmósfera de este sitio que lo distingue de otros pueblos mágicos. Quizá sea el Túnel de Ogarrio, una obra monumental de más de 2 km construida en el siglo XIX, que funge como el único acceso vehicular y marca la transición entre el presente y un pasado suspendido. Atravesarlo no es solo cruzar una montaña: es atravesar el tiempo.

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Real de Catorce es un Pueblo Mágico de México con mucho misticismo e historia

El antiguo esplendor minero también forma parte del escenario. Real de Catorce vivió su auge entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando era uno de los centros más importantes de extracción de plata.

Tras la caída del precio del metal, muchas de sus minas quedaron abandonadas, dejando una colección de construcciones semiderruidas que hoy le dan ese aire entre nostálgico y cinematográfico que lo hace único. Y hay un componente que le suma una dimensión profunda: su conexión espiritual.

Este lugar forma parte de Wirikuta, el territorio sagrado del pueblo wixárika (huichol), quienes aún hoy recorren grandes distancias en peregrinaciones para hacer ofrendas y recolectar peyote. Esa carga mística se respira, se siente, se integra con el silencio del desierto.

¿Dónde está Real de Catorce y cómo llegar?

Está en el norte de San Luis Potosí, escondido entre cerros secos. Para llegar hay que ir primero a Matehuala y de ahí tomar un camino que sube entre curvas y polvo. Al final te espera el Túnel de Ogarrio: más de dos kilómetros de oscuridad que atraviesas en auto. Y cuando sales, ya no estás en el presente. Todo cambia.

El trayecto no es fácil, pero justo por eso se siente como una entrada a otro mundo. Muchos suben en Willys —esos jeeps viejitos que se usan allá—, y la aventura empieza antes de pisar el pueblo.

¿Qué debes ver en este Pueblo Mágico de México para sentirte parte de la película?

Uno de los puntos imperdibles es la Parroquia de la Purísima Concepción, una iglesia majestuosa que ha resistido el paso de los siglos y que sigue siendo el corazón del pueblo.

Su arquitectura, entre barroca y sobria, contrasta con las ruinas circundantes, y su plaza principal se convierte en un punto de reunión, contemplación y fotografía.

Al caer la noche, Real de Catorce revela otro rostro. Los callejones vacíos, la brisa seca y las luces tenues construyen el ambiente perfecto para los recorridos nocturnos.

Estos tours, guiados por locales, están cargados de historias de aparecidos, antiguas tragedias mineras y leyendas que se transmiten de boca en boca. No es difícil sentir que uno mismo es parte del guión.

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En el Pueblo Mágico de Real de Catorce en México, sientes que estás en una película de 1900

Durante el día, las minas cerradas ofrecen recorridos fascinantes, y los paisajes áridos —con montañas rojizas, cactus altos y cielos despejados— podrían pasar sin esfuerzo como locaciones de una película del viejo oeste o de una producción europea de época.

En octubre, todo cambia con la llegada de fieles para la fiesta de San Francisco de Asís, donde el pueblo revive con procesiones, música y una energía colectiva que mezcla fe, celebración y resistencia cultural.

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