¿Síndrome del corazón festivo? Las fiestas en Navidad suelen representar desvelos, comidas abundantes y un alto consumo de alcohol. Entre reuniones familiares y celebraciones, pocas veces se piensa en las consecuencias de los excesos pueden tener en la salud, especialmente al corazón.
¿Qué es el síndrome del corazón festivo?
El consumo de alcohol no es un tema menor. Un poco menos de la mitad son adolescentes de entre 15 y 19 años, que consumen estos tipos de bebidas, un dato que alerta por el impacto que puede tener en la salud futura de esta población.
Dentro de ese contexto surgió un término que hoy es ampliamente conocido en cardiología: síndrome del corazón festivo. Fue descrito en 1978 por el Dr. Philip Ettinger, quien observó que personas aparentemente sanas presentaban arritmias después de un fin de semana o periodo de celebraciones en el que habían bebido más de lo habitual.
Desde entonces, el fenómeno se ha estudiado y se sabe que puede presentarse tanto en jóvenes como en adultos mayores.
El alcohol es el principal detonante cuando se consume en exceso, más de 36 gramos diarios, pero no actúa solo. El estrés de las fiestas, la falta de descanso y los excesos alimenticios terminan creando un “cóctel” que favorece alteraciones en el ritmo cardíaco.
Entre ellas destaca la fibrilación auricular , que se ha reportado en hasta 35–62% de los casos y puede aparecer horas después de suspender la ingesta.
Los efectos del alcohol sobre el corazón son múltiples. Estimula el sistema nervioso simpático, acelera el pulso y facilita taquicardias.
Además, daña directamente las células encargadas de la contracción, produce deshidratación y reduce niveles de potasio y magnesio, esenciales para un latido estable. A esto se suma el aumento de la presión arterial, que incrementa aún más el riesgo de ataques cardíacos.
¿Qué puedes hacer para disminuir la posibilidad de sufrir un ataque?
Ante este panorama, la prevención se vuelve clave: moderar el alcohol, evitar desvelos prolongados, hidratarse y prestar atención a señales como palpitaciones, mareos o presión en el pecho.
Celebrar con responsabilidad no significa renunciar a las fiestas, sino proteger el corazón para que siga acompañándonos mucho más allá de la temporada decembrina.