Este miércoles 5 de noviembre se cumple exactamente un mes de la desaparición de Carlos Emilio, el joven de 25 años originario de Durango que se “esfumó" tras ir al baño en un conocido centro nocturno del puerto de Mazatlán. A 30 días, la investigación ha escalado a nivel federal, pero las respuestas concretas sobre su paradero siguen sin llegar.
La Fiscal General del Estado, Claudia Zulema Sánchez Kondo, confirmó que la carpeta de investigación sigue abierta por el delito de “privación de la libertad”, y reveló nuevas acciones:
“Se han realizado cuatro cateos por parte de la fiscalía, están asegurados los DVR (grabadoras de video) por la FGR para el análisis y la inspección que contengan”.
Caso de Carlos Emilio: Intervención federal y hermetismo estatal
La intervención de la Fiscalía General de la República (FGR) para analizar los videos de vigilancia de los inmuebles cateados marca una escalada en el caso. Sin embargo, al ser cuestionada sobre detalles, la fiscal Sánchez Kondo se apegó a la secrecía de la investigación: “Se han realizado los cateos, no puedo dar más información”.
Lo más sensible es que la funcionaria no dio a conocer si los encargados del establecimiento o el propietario del bar han sido citados a declarar.
La sombra del exsecretario dueño del bar en Mazatlán
El silencio de la fiscalía es notable dado el contexto político del caso. El bar “Terraza Valentino”, donde Carlos Emilio fue visto por última vez, era propiedad de Ricardo “Pity” Velarde Cárdenas, quien al momento de la desaparición fungía como Secretario de Economía de Sinaloa.
La presión social por el caso, las marchas encabezadas por la madre de Carlos Emilio y el evidente conflicto de interés obligaron a Velarde Cárdenas a renunciar a su cargo semanas después, argumentando que lo hacía para “permitir el esclarecimiento de los hechos”.
Mientras las autoridades federales analizan los videos y la fiscalía estatal guarda silencio, la familia de Carlos Emilio vive una agonía. El joven, un recién graduado de gastronomía y deportista, solo estaba de vacaciones con sus primas.
Su madre, Brenda Valenzuela Gil, quien ha encabezado marchas con el corazón roto, mantiene la exigencia de justicia, una exigencia que resuena en todo Mazatlán: "¿Cuántas personas más tienen que venir aquí a Mazatlán a desaparecer para que empiecen a hacer su trabajo?”.