Muchos han sido detractores del sistema del presidente de El Salvador Nayib Bukele. Sobre todo los defensores de los derechos humanos. Ese sistema en el que los presos son sometidos a extremas condiciones de dureza. Ese sistema que les prohibió comunicaciones y contacto con el mundo exterior.
Pero al preguntarle a cualquier habitante de El Salvador, el discurso cambia.
No en vano, Bukele cuenta con un 92 por ciento de aprobación.
Y es que cuando ponemos esto en cifras aparece algo así:
Día uno del estado de excepción: 62 homicidios.
Día 365 del estado de excepción: 0 asesinatos.
¿Interesante no?
Volviendo a los Derechos Humanos me viene a la mente una pregunta ¿acaso un criminal no es el primero en violar los Derechos Humanos del otro al momento de asesinarlo?
¿No se vale que los salvadoreños gocen de paz y seguridad?
Tomando en cuenta que llegó a ser uno de los países más violentos y peligrosos del mundo, creo que se vale acariciar la libertad de salir a la calle sin temor a que te maten.
Salir a la calle sin temor a que te recluten las pandillas. Porque son justamente esos grupos en donde el gobierno puso la lupa y el mazo.
Antes, los ciudadanos estaban sitiados, ahora pueden salir entre compas a jugar un partidito de futbol, algo tal vez normal en muchas otras naciones, pero en esa tierra: impensable.
Hoy los Derechos Humanos de criminales, asesinos, violadores, secuestradores, pasan a un segundo plano. Porque es que cuando hablamos de vulnerar derechos, salen 6 millones de salvadoreños señalando al matón.
Y es que hoy, solo hay dos caminos para un pandillero: la cárcel o la muerte
Se escandalizan muchos, pero ¿será esta la solución a tantos años de desgracias y tragedias en El Salvador?
Las pandillas y Bukele están en guerra, y va ganando el país.