Ciudad de México. La historia de la flor de nochebuena se remonta a los pueblos originarios del país. Para la cultura mexica simbolizaba la pureza y la nueva vida, atributos que retomaron los frailes al colocarla en los Nacimientos.
Expertos explican que estas flores son una de las herencias bioculturales de México con mayor presencia durante las navidades en todo el mundo.
Amparo Rincón, jefa de Arte Popular de la DGCPIU, dice que entre sus usos, además del ritual, los aztecas la cultivaban para extraer de sus pétalos machacados tinta para sus textiles y cueros, mezclados con la resina de los pinos.
También era usada en fomentos, pues su sabia era aprovechada en el tratamiento de fiebres y algunas enfermedades de la piel.
El médico y botánico español Francisco Hernández de Toledo, reveló que en el siglo XVI la nochebuena se empleaba para aumentar la leche en las mujeres que amamantaban.
La planta es originaria de un poblado (ahora desaparecido) denominado Cuetlaxochitlán, cercano a Taxco, en Guerrero.
Durante la Colonia, los misioneros franciscanos la utilizaron para adornar las iglesias y belenes.
Finalmente la internacionalización de la nochebuena, también conocida como flor de pascua, flor de fuego, santa Catarina, catalina y bandera, fue en el siglo XIX, cuando Joel Poinsett, botánico y primer embajador norteamericano en México, la llevó a su pueblo natal, Charleston.