(Reuters) - El Papa Francisco, en otro paso hacia una mayor igualdad para las mujeres en la Iglesia católica, cambió la ley para permitirles formalmente que lean en liturgias, actúen como monaguillos y administren la comunión, pero no pueden ser sacerdotes.
El Papa formalizó en el decreto lo que viene sucediendo en muchos países desarrollados desde hace años.
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No obstante, al introducir el cambio en el Código de Derecho Canónico, será imposible que los obispos conservadores impidan que las mujeres de su diócesis tengan esas funciones.
El Vaticano enfatizó, sin embargo, en que estos roles son “esencialmente distintos” al ministerio ordenado del sacerdocio y no es un precursor automático de que un día las mujeres puedan ser ordenadas sacerdotes.
En el decreto, llamado “Spiritus Domini” (El Espíritu del Señor), Francisco dijo que había actuado después de una reflexión teológica.
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En una carta adjunta, el Papa sostuvo que quiere dar “estabilidad y reconocimiento público” a las mujeres que ya ocupaban los cargos.
“Este cambio alinea a la Iglesia institucional con las realidades pastorales de todo el mundo”, dijo Kate McElwee, directora ejecutiva de la Conferencia de Ordenación de Mujeres, que promueve el sacerdocio femenino.
En un gran cambio, el Papa nombró en agosto a seis mujeres para altos cargos en el consejo que supervisa las finanzas del Vaticano.
Francisco ya ha designado a mujeres como viceministra de Relaciones Exteriores, directora de los Museos Vaticanos y subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano, así como cuatro consejeras del Sínodo de los Obispos, que prepara importantes reuniones.
También ha creado comisiones para estudiar la historia de las mujeres diáconas en los primeros siglos de la Iglesia católica, respondiendo a los pedidos para que se les permita asumir el cargo hoy.
Los diáconos, como los sacerdotes, son ministros ordenados y, como en el sacerdocio, deben ser hombres. No pueden celebrar misa pero pueden predicar, enseñar en nombre de la Iglesia, bautizar y llevar a cabo servicios de bodas, velatorios y funerales e incluso dirigir una parroquia con el permiso de un obispo.