La violencia en Culiacán, Sinaloa, ha obligado a los paramédicos a cambiar radicalmente la forma en que atienden a las víctimas, en un intento desesperado por no ser una víctima más de la narcoguerra que se libra en la entidad.

Desde el tercer “Culiacanazo”, protagonizado por las facciones de “Los Chapitos” y “La Mayiza”, los equipos de emergencia han tenido que reforzar su seguridad y protegerse de las balaceras.

Chalecos antibalas, una nueva herramienta de protección en Sinaloa

Para enfrentar la violencia, los paramédicos del Grupo de Emergencias y Rescate Urbano Médico (GERUM) comenzaron a utilizar chalecos antibalas que cubren los órganos vitales.

Juan César, director de GERUM, explica que desde el 10 de septiembre del año pasado comenzaron a notar una ola de violencia atípica, que los obligó a implementar medidas extraordinarias.

“Todo cambió justo el año pasado. Nos topamos con víctimas colaterales, personas que no tenían nada que ver y resultaron heridas por armas de fuego mientras realizaban actividades cotidianas”, relata.

Los chalecos, que pesan alrededor de 21 kilogramos, incluyen dos placas de cerámica balística: una en el pecho y otra en la espalda. Aunque son incómodos, los paramédicos reconocen que esta protección es la única forma de sobrevivir.

“Salir con chaleco era algo pesado, pero me blinda y me ayuda a sentirme un poco más segura. Más allá del miedo, lo que nos motiva es llegar y ayudar a las personas” narró María Consuelo Pérez, paramédico de GERUM.

¿Y el gobierno? Ponen de su bolsillo para no morir

Dado que los equipos de protección no siempre son provistos por las mismas autoridades, el personal ha adquirido sus propios chalecos antibalas.

Esta inversión refleja la gravedad de la situación y la necesidad de adaptarse a un entorno donde la violencia es impredecible.

En un año, la narco-guerra en Culiacán ha provocado la muerte de más de mil 700 personas, incluyendo mujeres, niños y servidores públicos del sistema de salud.

La labor de los paramédicos en medio de la violencia

Atender a las víctimas de la violencia en Culiacán no es solo una cuestión de conocimientos médicos, sino también de valentía y preparación. Los paramédicos deben sortear situaciones extremas, desde balaceras hasta levantamientos por estos criminales.

“Para nosotros no es lo más práctico, pero es un dispositivo que nos protege. No podemos quedarnos atrás; nuestra prioridad es la vida de los demás”.

Un equipo de protección realmente incómodo, pero no más que el miedo de salir sin protección alguna a las calles que ha sido tomadas por grupos criminales.