En el corazón maya de Quintana Roo, la búsqueda de justicia se encuentra con un camino lleno de obstáculos para sus habitantes. A pesar de los avances en materia de derechos, la discriminación y la falta de transparencia siguen siendo barreras que los pueblos originarios deben enfrentar en su día a día.

En este contexto, la comunidad de Chanchén Palmar emerge como un punto de resistencia y lucha por la igualdad ante la ley. Dos de sus habitantes, Virginia Cohuo y Mercedes Dzib, ejemplifican la persistencia y la dignidad con la que los mayas demandan el respeto a sus derechos.

Virginia: La enfermera que enfrentó la discriminación

Virginia Cohuo, una orgullosa mujer maya con una carrera técnica en enfermería general, decidió alzar la voz tras sufrir discriminación y maltrato mientras trabajaba en Salud Pública Municipal. Su denuncia no busca privilegios por su origen étnico, sino que exige lo que cualquier ciudadano merece: igualdad y respeto.

“Yo soy un ser humano y en cualquier momento igual que yo no pueda ejercer tampoco, pues yo voy y voy otra vez en derechos humanos”, expresa Virginia, quien tuvo que escuchar comentarios despectivos sobre su vestimenta y su origen. Su caso resalta la cruda realidad de que, a pesar de la preparación académica, los prejuicios raciales persisten y afectan la vida de las personas. Ella insiste en que la ética y los valores profesionales deben prevalecer sobre cualquier prejuicio.

La batalla por la transparencia ejidal

En una lucha similar, Mercedes Dzib, fundador ejidatario de Chanchén Palmar, denunció a las autoridades ejidales por un presunto fraude de más de tres millones de pesos. El dinero, destinado a proyectos de reforestación y ecoturismo, aparentemente desapareció sin dejar rastro.

La lucha de Mercedes no solo es por la recuperación de los recursos, sino por el derecho fundamental a la transparencia. Su caso, aunque tiene “sangre maya”, no debe ser tratado de forma diferente. La demanda de Mercedes es universal: saber a dónde van los impuestos y los recursos, y que los responsables rindan cuentas. ****

Ambos casos, el de Virginia y el de Mercedes, reflejan un mismo clamor: los pueblos mayas no quieren un trato especial por su origen o sus costumbres. Su única demanda es la igualdad ante la ley, sin distinciones por color de piel o posición social. Es un recordatorio de que la justicia debe ser ciega a las diferencias y estar al alcance de todos, sin importar su origen.