Peso Pluma, el cantante de corridos bélicos o “narco corridos” que ha roto los esquemas de la violencia musicalizada convertida en mercancía altamente rentable, ¿Qué nos refleja como sociedad? ¿Un gusto sofisticado que premia a los sopranos y mezzosopranos o el gusto estridente del mexicano?
Y no, no vamos a caer en vagos juicios que denostan el gusto musical del pópulo, por el contrario, haremos un ejercicio más ambicioso: analizar el por qué del gusto por un contenido musical belicoso.
Prohibido prohibir
El Carnaval y el Cabildo Cancunense prohibieron entregar permisos para la presentación de exponentes de “corridos tumbados”, porque no permitirán ningún contenido que genere e insista la violencia.
Pero… ¿No les parece que si nos ponemos así de puristas, la lista negra de artistas prohibidos aumentaría? Pensemos en los reggaetoneros y sus letras que bien podrían conformar el relato de una violación en el MP O ¿Ya olvidaron la letra de 4 Babys?
#Tepic | ¡No más #PesoPluma!
— Fuerza Informativa Azteca (@AztecaNoticias) May 10, 2023
Después de que un montón de pequeños de primaria cantan al unísono un tema de este cantante, profesores del #SNTE pidieron que se prohíba.
¿Qué opinan los padres de familia?
Nos cuentan @mocastaneda, @VILLALVAZO13 y @BravoLucy en @HMeridiano. pic.twitter.com/Ln1sA4edPP
Un debate pasado de moda y dos libros los comprueban
El argumento de los prohibicionistas es simple, prohibir los corridos tumbados porque resultan una apología al delito. Okay, y para entenderlo hay que remitirnos al Código Penal Federal:
Se define a la apología como la exposición, ante una concurrencia de personas o por cualquier medio de difusión, de ideas o doctrinas que ensalcen el crimen o enaltezcan a su autor.
Y es justo allí donde reside el sustento prohibicionista, peeeero ¿Acaso el pueblo mexicano sigue siendo un menor de edad al cual su padre gobierno debe decirle qué escuchar y qué no, en aras de proteger al infante ignorante y carente de juicio, para que no termine haciéndose más daño?
Nos guste o no: Peso Pluma se queda
¿Por qué los mexicanos no podrían tomar decisiones sobre lo que consumen? Lo cual es independiente del efecto adverso que pueda o no tener sobre ellos.
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Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo, Voltaire
Ahora veamos qué dice uno de los libros más violados de México, pero no por eso inválido, me refiero a la Carta Magna, promulgada en 1917:
Artículo 6º.
Es inviolable la libertad de expresión.
Este derecho no estará sujeto a previa censura sino a responsabilidades posteriores y comprende la libertad de buscar y difundir información por cualquier medio.
Por tanto prohibir los narco corridos, los “covers” de Luis Miguel y cuanta cosa se nos ocurra, es insensato y revela la ignorancia interpretativa y/ o el desconocimiento de las leyes.
Nuestras decisiones pesan más que una pluma
Pero ¿Qué sucede entonces con escuchar y abrazar el contenido que promueve el mundo del narcotráfico y el consumo de drogas?
Teniendo en cuenta que México posee 9 de las 10 ciudades más violentas del mundo o qué es el país más peligroso para ejercer el periodismo, así como mil y un problemáticas más como: trata de personas, aumento en el consumo de drogas en adolesentes, las desapariciones forzadas y más.
¿Realmente estamos conscientes de nuestro problemático presente social? ? o ¿Vivimos en la estupidez y el autoengaño?
Porque jugar a ser imbécil y sordearse por un momento, no es tan malo, a menos que esa sea la norma para desenvolvernos como individuos integrantes de una sociedad.
Y entonces convivir con personas de juicio nublado, mentalidad abstraídas por violencias insensatas, de la mano de concepciones disociadas sobre el sexo, cánones estéticos y aspiraciones de éxito.
Lo cual solo puede desembocar en una crisis social, donde el egoísmo, el hedonismo, el individualismo y la indolencia prepondera, catalizando los horrores y los errores de una sociedad que no ha sabido crecer/educarse, solo reproducirse.
En la sociedad, el hombre sensato es el primero que cede siempre. Por eso, los más sabios son dirigidos por los más necios y extravagantes. Jean Bruyere