Verónica es la clara representación del gigantesco reto de la vivienda en México. Su anhelo de adquirir un patrimonio y liberarse de los alquileres se ha transformado en una pesadilla que ha durado quince años, un compromiso de pago que describe como interminable e incosteable. Para ella, el deseo de dejar de arrendar se estrelló contra la realidad de una propiedad entregada en condiciones inaceptables.

Verónica enfrenta una pesadilla inmobiliaria tras 15 años en un hogar inconcluso y con defectos graves

La casa de Verónica, al igual que muchas en el desarrollo, fue entregada inconclusa. Los propietarios se vieron obligados a asumir los costos y trabajos de remodelación de un crédito hipotecario, pues no se habían instalado pisos ni se habían finalizado otros detalles esenciales.

A esto se suman serios defectos estructurales y de diseño, como un baño de dimensiones mínimas y la visible filtración de agua en las losas, un daño que, según los vecinos, fue resultado de una construcción hecha en tan solo un mes.

Los residentes de Villas del Rey lidian con problemas de servicios básicos y altas cuotas de mantenimiento

Humberto comparte esta prolongada lucha, manteniendo viva la inversión y el trabajo de construcción a lo largo de quince años. Él y otros residentes enfrentan la misma problemática: la ausencia de servicios básicos adecuados, como sistemas de drenaje defectuosos o problemas de suministro de agua, además de acabados de pésima calidad.

Esta combinación de mal servicio, deficientes terminaciones y elevadas cuotas de mantenimiento se convirtió en el principal detonante que llevó a muchos compradores originales a abandonar sus casas.

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El desarrollo, identificado como Villas del Rey de Urbi, colapsó antes de que la constructora pudiera finalizar la totalidad de las edificaciones. Las unidades abandonadas y a medio construir se convirtieron rápidamente en foco de intrusión ilegal. Los residentes originales señalaron que la única separación entre algunas propiedades era una simple cerca de malla.

La posible legalización de ocupaciones ilegales genera incertidumbre en una comunidad ya desgastada por la adversidad

En medio de la incertidumbre, Juana reside precisamente en el límite de la zona invadida. Su hogar refleja la necesidad de asegurar su tranquilidad, pues se encuentra totalmente resguardado con rejas por motivos de seguridad personal.

Esta precaución contrasta fuertemente con la situación inicial del complejo, cuando existían guardias de seguridad y rondas continuas de patrullas. Actualmente, incluso las casetas de vigilancia han sido olvidadas.

Si bien se ha reportado una actividad reciente de recuperación de algunas propiedades invadidas por parte del Infonavit, la problemática es de gran alcance. En diversas partes del país existen cerca de dos millones de viviendas subsidiadas que se encuentran a medio construir y deshabitadas.

Esta situación se agrava cuando estas zonas, donde se ha invertido dinero, se transforman en refugio de organizaciones delictivas, un caso que se observa en áreas como Huehuetoca.

Habitantes sin opciones, o se quedan o pagan rentas aras n la CDMX

Los propietarios, como Verónica, se encuentran ante un dilema: quedarse y soportar las carencias porque las rentas en la Ciudad de México son exorbitantes, o ceder ante la adversidad. Pese a que la constructora faltó a sus compromisos, y sus casas se convirtieron en cascarones propensos a la intrusión, ella ha decidido proteger e invertir sus propios recursos, aferrándose a la idea de que ese patrimonio, aunque incompleto, es suyo.

La comunidad de Villas del Rey ahora enfrenta una nueva preocupación: la posible aprobación de una política habitacional que otorgue legalidad a quienes ocuparon ilegalmente las viviendas. En un entorno donde las preguntas superan a las respuestas, los vecinos temen que esta medida solo añada más caos y abandono a una situación que ya es insostenible.