En medio del secretismo diplomático, el gobierno de Israel está en conversaciones avanzadas con Sudán del Sur para la posible reubicación de miles de palestinos de la Franja de Gaza. El plan, parte de una controvertida estrategia impulsada por el primer ministro Benjamín Netanyahu para fomentar una “migración voluntaria” masiva, implicaría en la práctica el traslado de una población de una zona de conflicto a otra nación devastada por la guerra civil y al borde de la hambruna.

La existencia de las negociaciones, por seis fuentes distintas a pesar de las negativas oficiales que recoge nuestro canal aliado CNN, ha desatado la alarma de grupos de derechos humanos, que lo califican como un plan de expulsión forzosa en violación del derecho internacional, y ha generado una fuerte oposición de Egipto, que cabildea activamente para frenar el acuerdo.

La diplomacia del desplazamiento

La motivación de Israel, según ha expresado públicamente Netanyahu, es facilitar la salida de la población civil de Gaza para poder “entrar con toda la fuerza contra el enemigo que permanece allí". Sin embargo, para Sudán del Sur, el incentivo es un claro “quid pro quo” geopolítico.

Según Joe Szlavik, un cabildero estadounidense que trabaja para el gobierno sursudanés, el país africano busca establecer lazos más estrechos con Israel y, sobre todo, congraciarse con la administración del presidente estadounidense Donald Trump. El objetivo final sería conseguir que Washington levante las sanciones impuestas a sus élites y una prohibición de viaje al país.

A cambio, Sudán del Sur aceptaría acoger a los palestinos en campamentos improvisados que, según las fuentes, serían financiados por el propio gobierno israelí. Una delegación israelí ya planea visitar el país para estudiar posibles ubicaciones.

La oposición de Egipto y el rechazo palestino

El plan ha encontrado una oposición frontal en la región. Egipto, que comparte frontera con Gaza, se opone “profundamente” a cualquier iniciativa que implique el desplazamiento de palestinos fuera de la Franja, por temor a una crisis de refugiados en su propio territorio.

Dos funcionarios egipcios confirmaron que conocen las intenciones de Israel desde hace meses y que han estado presionando a Sudán del Sur para que rechace la propuesta. Para los palestinos, la idea de una “migración voluntaria” es un eufemismo para una expulsión masiva y definitiva. Temen que Israel nunca les permita regresar, permitiendo la anexión de facto de Gaza y el restablecimiento de asentamientos judíos, como han exigido los ministros de ultraderecha del gobierno israelí.

De una crisis a otra: el frágil estado de Sudán del Sur

La propuesta es aún más controvertida si se considera el destino de los potenciales reubicados. Lejos de ser un refugio seguro, Sudán del Sur es uno de los países más inestables del mundo. Aún no se ha recuperado de una brutal guerra civil que, tras su independencia en 2011, dejó casi 400 mil muertos y sumió a gran parte del país en la hambruna.

La nación, rica en petróleo pero asolada por la corrupción, depende de la ayuda internacional para alimentar a sus 11 millones de habitantes. Además, como advierte Edmund Yakani, líder de un grupo de la sociedad civil sursudanesa, podrían surgir hostilidades debido a los “problemas históricos con musulmanes y árabes” derivados de su larga guerra de independencia contra el norte de Sudán. Su conclusión es tajante: “Sudán del Sur no debería convertirse en un vertedero de personas”.

Negaciones oficiales, confirmaciones extraoficiales

Frente a la contundencia de las fuentes, las negativas oficiales han sido predecibles. El ministerio de Asuntos Exteriores de Sudán del Sur calificó los informes de “infundados”. De igual manera, la oficina de la viceministra de Asuntos Exteriores de Israel, Sharren Haskel, confirmó un próximo viaje al país africano, pero negó que el traslado de palestinos esté en la agenda.

Sin embargo, las seis fuentes independientes citadas por CNN, que incluyen a funcionarios egipcios y personas directamente informadas por el gobierno sursudanés, mantienen la veracidad de las negociaciones, evidenciando la naturaleza sensible y secreta de una maniobra que podría redibujar el mapa demográfico de Gaza a cambio de favores diplomáticos.