Las lluvias torrenciales que azotaron el desierto del Sahara en septiembre de 2024, transformando paisajes áridos en lagos temporales, han generado interrogantes en la comunidad científica.
Este fenómeno, considerado inusual debido a la aridez extrema de la región, ha reavivado el debate sobre el impacto del cambio climático y la variabilidad climática en las zonas desérticas.
Precipitaciones sin precedentes
Las lluvias registradas en Marruecos durante septiembre de 2024 fueron excepcionales. En Errachidia, la acumulación de lluvia en dos días representó casi la mitad del promedio anual, mientras que en Tagounite, en solo 24 horas, cayeron cerca de 10 centímetros de agua.
The southern Sahara Desert is incredibly green this year due to a northward shift of the monsoon across Africa. pic.twitter.com/KWu0e0yhs9
— Colin McCarthy (@US_Stormwatch) September 17, 2024
Estos valores, atípicos en una de las regiones más secas del planeta, han llamado la atención de los científicos, que buscan explicaciones para este fenómeno.
Impacto y consecuencias
Las intensas lluvias permitieron la reaparición temporal de cuerpos de agua que habían permanecido secos durante décadas, como el lago Iriqui en Marruecos.
Sin embargo, el fenómeno también dejó una estela de destrucción: inundaciones repentinas sorprendieron a comunidades en Marruecos, cobrando la vida de al menos 18 personas.
La falta de sistemas de alerta temprana y de infraestructura adecuada para enfrentar estas lluvias dejó a los habitantes en una situación de vulnerabilidad.
The Sahara Desert is flooding in Morocco for the first time in nearly 50 years after heavy rain. pic.twitter.com/20NDCdxjbP
— Globe Eye News (@GlobeEyeNews) October 13, 2024
¿Qué explica las inundaciones?
Según Science Focus, el calentamiento de los océanos ha elevado la tasa de evaporación, aumentando la humedad en la atmósfera y favoreciendo la formación de tormentas más intensas.
En el Mediterráneo, este fenómeno ha dado origen a los llamados “medicanes”, ciclones tropicales que ahora impactan con mayor frecuencia el norte de África y la península arábiga.
A esto se suman patrones de variabilidad climática como la Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO) y el Modo Zonal del Atlántico (AZM), que influyen en los niveles de humedad y en la frecuencia de precipitaciones extremas.
Estos factores, combinados con las características del suelo en los desiertos, que dificultan la absorción del agua, contribuyen a la formación de inundaciones repentinas en zonas áridas.