Violencia en Sinaloa: Así han sido los más de 100 días del conflicto de “Los Chapitos” vs “Los Mayitos”

Sinaloa, uno de los estados más golpeados por el narcotráfico en México, atraviesa una etapa crítica de violencia que ha mantenido en vilo a la población. A más de 100 días que se agudizó la rivalidad entre dos facciones del Cártel de Sinaloa , conocidas como “Los Chapitos” y “Los Mayitos”, los enfrentamientos armados y el secuestro de civiles siguen sembrando el terror en diversas localidades.

El origen del conflicto entre “Los Chapitos” , el grupo liderado por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, y “La Mayiza”, liderado por seguidores de Ismael “El Mayo” Zambada, se remonta a disputas territoriales y luchas de poder por el control del tráfico de drogas.

Tras la captura y extradición de “El Chapo” a Estados Unidos en 2017, el Cártel de Sinaloa, quedó fragmentado, por lo que los hijos del capo, Iván Archivaldo, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, y Ovidio Guzmán López, buscaron consolidar su liderazgo, y así mantener su hegemonía en el negocio familiar.

Por su parte, “Los Mayitos” también buscaron reafirmar su poder en las regiones clave de Sinaloa, lo que provocó una ruptura de viejas alianzas.

Pero la “tensa calma” llegó a su fin con la detención de ‘El Mayo’ y Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de ‘El Chapo’, el pasado 25 de julio por autoridades estadounidenses. Según las primeras versiones, ambos habrían sido engañados para abordar una avioneta con destino a Nuevo México.

Un mes después, Ismael Zambada señaló en una carta filtrada por el periódico Los Angeles Times, que en realidad fue “emboscado” y “secuestrado” por Joaquin Guzmán López. Según la declaración, “El Mayo” fue invitado a una reunión para negociar y resolver las diferencias entre los líderes políticos de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, gobernador del estado, y Héctor Melesio Cuén Ojeda , líder del Partido Sinaloense.

Pero al llegar a la reunión fue agredido, atado, esposado y llevado en una camioneta, donde fue conducido hasta una pista de aterrizaje donde lo obligaron a subir a un avión. En la supuesta carta firmada por el capo, dejaría en evidencia la supuesta traición por parte de los hijos de “El Chapo Guzmán”, recrudeciendo las disputas entre ambas facciones por el control del Cártel de Sinaloa.

A principios de septiembre de 2024, un ataque armado en la sierra de Badiraguato marcó el inicio de las hostilidades. Los enfrentamientos, que dejaron al menos 2 muertos sería el primer ataque ordenado por “Los Chapitos” para recuperar zonas controladas por “La Mayiza”.

Pero no fue hasta el 9 de septiembre, cuando el sector de La Campilla, en Culiacán, acaparó la atención de los medios debido a los narcobloqueos y balaceras registrados durante las primeras horas de ese día. A partir de ese momento, comenzaba a escribirse uno de los capítulos más oscuros en la historia reciente de Sinaloa.

Los constantes ataques paralizaron por completo a la ciudad, prácticamente obligando a suspender las clases presenciales en los diferentes niveles educativos, a pesar de que las autoridades estatales y la Secretaría de Educación Pública y Cultura de Sinaloa insistían en que había condiciones para que los menores acudieran a las escuelas.

Para el mes de octubre la violencia había escaldo fuera de Culiacán, alcanzando los municipios de la Concordia y Mazatlán, donde familias enteras quedaron atrapadas en medio del fuego cruzado por la narcoguerra.

Los levantamientos de civiles comenzaron a convertirse en una macabra constante en toda la región, como el caso de Sergio Cárdenas, un repartidor del periódico El Debate, quien fue secuestrado el 19 de octubre en Culiacán, y desde entonces, su paradero sigue siendo un misterio.

Sin embargo, la historia de Sergio no es la única. En los últimos tres meses, la violencia ha dejado huella en la comunidad, donde niños incluso han sido testigos de la brutalidad desatada, viviendo en carne propia la violencia producto del crimen organizado.

Durante estos meses, la presión mediática y la indignación pública llevaron al gobierno federal a intensificar operativos militares en el estado, realizando detenciones que marcarían un golpe al Cártel de Sinaloa, como el de “El Piyi”, jefe de seguridad de los Chapitos , o del “El Pelón” quien coordinaba los ataques a la “Mayiza”.

Ambos bandos han mostrado una notable capacidad para adaptarse rápidamente, manteniendo el conflicto activo, que ha dejado más de 500 homicidios dolosos, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

A pesar de los esfuerzos de las autoridades por desmantelar narcolaboratorios y decomisar fentanilo, estas acciones, en lugar de poner fin a la violencia en la región, han evidenciado cómo el Cártel de Sinaloa ha logrado expandirse a diversas áreas, todo bajo la mirada “ciega” de las autoridades.

Tras la condena de “El Chapo” Guzmán, Iván Archivaldo y sus hermanos, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Ovidio Guzmán López y Joaquín Guzmán López, fundaron la facción de “Los Chapitos” para ocupar el lugar que dejó su padre en el Cartel de Sinaloa.

Estos líderes han sido acusados de diversificar las operaciones del cártel, enfocándose no solo en el tráfico de cocaína, sino también en el fentanilo, una droga sintética potencialmente peligrosa que se ha extendido en México y Estados Unidos.

Debido a su enfoque menos jerárquico y altamente estratégico, han buscado expandir su influencia y controlar más territorios, adoptando un enfoque más agresivo y ostentoso en sus operaciones.

“Los Mayitos” o “La Mayiza”, encabezados por Ismael Zambada Sicairos, conocido como “Mayito Flaco”, han mantenido un perfil más bajo y una estrategia más discreta, enfocándose en el control territorial a través de la corrupción, extorsiones y alianzas estratégicas.

Conocidos por su brutalidad, han establecido alianzas estratégicas con otros grupos criminales para enfrentarse a “Los Chapitos”, generando un conflicto de gran escala en la región