Gaza, un infierno a cielo abierto; morir de hambre, sed y guerra

Casi 2 millones de desplazados, un sistema de salud colapsado y una hambruna que se extiende, así es el día a día en Gaza; sobrevivir a las bombas es el inicio de una lucha desesperada por lo más básico

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Por: Rodrigo Lema

Con información de: Raziel Cruz Salazar

Según el último informe del Ministerio de Salud en Gaza, emitido este lunes, la ofensiva israelí ha dejado un saldo de 54 mil 927 palestinos asesinados y más de 126 mil 600 heridos. En las últimas 24 horas, 47 cuerpos más llegaron a las morgues de los diezmados hospitales.

“Muchas víctimas siguen atrapadas bajo los escombros y en las carreteras, sin que los equipos de rescate puedan llegar a ellas”, dice el comunicado. La guerra no solo mata, también borra.

El infierno de los vivos: hambre, sed y éxodo

Para los que sobreviven, Gaza se ha convertido en un infierno a cielo abierto. La violencia de las bombas compite en crueldad con el hambre.

“Morimos por dentro, morimos. Todo esto para conseguir comida para nuestros hijos...”, relata una mujer palestina. Su testimonio es el de cientos de miles. Según la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC), la totalidad de la población gazatí sufre de inseguridad alimentaria aguda, con una parte significativa ya en condiciones de hambruna declarada.

A esta desesperación se suma al éxodo forzado de casi 2 millones de personas, el 85% de la población, que han sido desplazadas múltiples veces, perdiéndolo todo salvo el terror constante.

“Dispararon dos misiles F-16 y derribaron el edificio. Una operación cobarde, considerando que solo había civiles inocentes”, cuenta Mohammed Al-Ziro desde las ruinas de lo que fue su hogar. Este desplazamiento masivo ocurre en un enclave donde el sistema de salud ha colapsado.

El doctor Hamza Al-Yazji, desde un hospital Al-Shifa, describe la impotencia: “Llegan con lesiones múltiples en cerebro, tórax, abdomen. No podemos atender la gravedad ni el número de heridos que llegan simultáneamente.”

Geopolítica sobre ruinas

Mientras la catástrofe humanitaria se profundiza, el breve alto al fuego de enero fue suspendido el 18 de marzo, cuando Israel reanudó sus ataques, y la más reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para exigir un alto al fuego inmediato fue nuevamente vetada por Estados Unidos.

La presión sobre el gobierno israelí también se batalla en el frente judicial, con la Corte Penal Internacional emitiendo órdenes de arresto contra el Primer Ministro Benjamin Netanyahu y su exministro de Defensa por crímenes de guerra, y un caso por genocidio en curso en la Corte Internacional de Justicia.

En Israel, el gobierno de Netanyahu añade una nueva y peligrosa dimensión al conflicto: un plan para equipar con armamento a facciones palestinas que se oponen a Hamás, buscando, al parecer, fomentar una guerra civil que implosione desde dentro lo poco que queda de la sociedad gazatí.

Durante casi 100 días, Netanyahu justificó el bloqueo a la ayuda humanitaria argumentando que Hamás la robaría. La sospecha de que este nuevo armamento pueda caer en las mismas manos o alimentar un caos aún mayor es ineludible.

Interceptan la flotilla de la libertad

La determinación de mantener un control absoluto sobre el enclave quedó evidenciado este lunes con la interceptación de una embarcación de la Flotilla de la Libertad.

Soldados israelíes detuvieron el barco Madleen, que intentaba llevar ayuda humanitaria, y lo desviaron hacia costas israelíes, anunciando la “repatriación” de sus activistas.

El mensaje es claro: ninguna ayuda entrará a Gaza sin el consentimiento y control de Israel. Mientras el pueblo muere de hambre, la guerra en Medio Oriente rebosa vida.

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