Dicen que vivimos en un estado de derecho, pero hay lugares en México en donde la única ley es la del narco. Y no, no es una exageración. Hay pueblos llanteros en donde el gobierno no entra, pero el cártel sí cobra impuestos, impone justicia y pone a su gente como autoridad.

¿Quién manda cuando el gobierno negocia con criminales? ¿Quién gobierna cuando los periodistas que denuncian aparecen muertos y en narco libre?

Más de 200 mil personas son desplazadas por violencia, pero nadie les llama refugiados, porque nadie se atreve a decir lo obvio, aquí no solo gobierna el estado.

No exagero, los decapitados en Zacatecas y los niños asesinados de Guanajuato y la violencia generalizada en Sinaloa o en Guerrero. ¿Eso qué fue, un mal sueño? Nos acostumbraron a vivir con miedo y a justificar lo injustificable, a mirar para otro lado mientras el crimen avanza.

Porque cuando un país le entrega sus calles al narco, lo que pierde no solo es el control, es la dignidad. Es hora de quitarnos la venda de los ojos, a gran parte de México lo gobierna el crimen organizado.