En el corazón de la orografía oaxaqueña, el silencio habitual de la sierra fue interrumpido por el estruendo y los lamentos provenientes de una de las curvas más cerradas de la ruta ferroviaria.

Tras la noticia del desastre sufrido por el descarrilamiento del Tren Interoceánico el pasado domingo, un habitante de la zona de Iztaaltepec, Don Óscar, decidió emprender una travesía de siete kilómetros a través del terreno montañoso con el único objetivo de brindar socorro a quienes se encontraban en peligro.

Don Óscar rescató a pasajeros del descarrilamiento del Tren Interoceánico en Oaxaca

El motivo de su movilización fue el eco de los gritos desesperados de los pasajeros, quienes desde el fondo del barranco suplicaban por asistencia inmediata.

Al llegar al sitio del siniestro, Don Óscar se enfrentó a una escena devastadora que quedó registrada en testimonios visuales. El hombre relató que, en medio de la confusión y la urgencia, descendió hacia la zona baja sin importar las dificultades del relieve.

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Su prioridad absoluta fue la extracción de las personas que habían quedado atrapadas en el punto donde los vagones abandonaron las vías. El escenario era complejo, pues el rescate se llevó a cabo en las inmediaciones de un arroyo cuya presencia no era clara para los rescatistas al inicio de las labores debido a las condiciones del entorno.

Sociedad civil logró rescatar a decenas de personas

Durante la jornada de auxilio, Don Óscar y otros colaboradores lograron poner a salvo a un número considerable de individuos. Según su propia estimación, las maniobras permitieron rescatar a cerca de 20 pasajeros con vida, aunque también se encargaron de recuperar los cuerpos de dos personas que lamentablemente fallecieron en el lugar. El esfuerzo por sacar a las víctimas de entre los restos del tren fue constante, movidos por el clamor de ayuda que se escuchaba en la barranca.

Recientemente, el hombre regresó al punto exacto de la tragedia, esta vez acompañado por el equipo de Fuerza Informativa Azteca para documentar lo ocurrido en la denominada zona cero.

El acceso al sitio requiere nuevamente recorrer la extensa ruta de siete kilómetros entre la maleza y las pendientes de la sierra. Una vez ahí, el testigo revivió los momentos de tensión, señalando el área específica donde concentraron los esfuerzos para evacuar a la multitud que viajaba en la unidad accidentada.

Así luce la zona cero en Oaxaca

En el fondo de la barranca, el panorama actual sigue reflejando la magnitud del impacto ocurrido ese domingo. Los vagones siniestrados permanecen estáticos entre una mezcla de cristales rotos y estructuras metálicas deformadas.

Esparcidos por el suelo se encuentran los asientos que ocupaban los más de doscientos cuarenta pasajeros, junto con rastros de su cotidianidad ahora interrumpida: restos de alimento, maletas, diversas pertenencias y retratos fotográficos que permanecen como testimonios silenciosos del evento.

Este incidente ferroviario dejó un saldo final de 13 víctimas mortales. El desenlace fatal ha sumergido en el duelo a 13 núcleos familiares, quienes actualmente concentran sus demandas en la búsqueda de justicia ante las instancias gubernamentales correspondientes. Mientras tanto, los escombros en la sierra de Oaxaca permanecen como el último vestigio de una tarde donde la solidaridad de personas como Don Óscar fue el único consuelo ante la adversidad.