Los habitantes de Tula y otros seis municipios de Hidalgo viven desde hace años entre olores químicos, aguas negras provenientes de la Ciudad de México (CDMX) y los desechos tóxicos de una termoeléctrica.
Mientras tanto, el proyecto que prometió el gobierno anterior para reducir la contaminación sigue sin avances reales, según denuncian vecinos y organizaciones ambientales.
Lo peor es que las consecuencias ya se reflejan en la salud de las familias, especialmente con casos de cáncer que, aseguran los habitantes, están ligados al grave deterioro ambiental.
Afectaciones a la salud por residuos de la termoeléctrica en Hidalgo
Irma Mendoza recuerda con voz baja cómo el cáncer golpeó a su familia:
“Primero se enfermó mi mamá, le dio cáncer de mama. Después siguió mi hija… y hace seis meses falleció”.
Por su parte, Alicia Martínez también perdió a tres familiares: “Mi papá, mi mamá y una hermana. A mi mamá le detectaron cáncer de estómago… todos se fueron muy rápido”, dice mientras describe el olor constante a químicos.
Para María Trinidad García, la enfermedad llegó de forma doble: a ella y a su nieta les detectaron cáncer de mama. “Me operaron, me quitaron el seno”, relata.
Estos son apenas algunos de los testimonios que se repiten en una zona donde la contaminación atmosférica y del agua registra niveles preocupantes.
¿Qué está contaminando Tula y el Valle del Mezquital?
En Tula se concentran dos fuentes principales de contaminación:
Los desechos tóxicos de la termoeléctrica de la CFE, cuya planta de tratamiento, de acuerdo con los vecinos, no funciona.
Las aguas negras que llegan desde la capital del país, las cuales se acumulan en la presa Endhó, un cuerpo de agua de más de mil 200 hectáreas donde terminan sustancias químicas, metales pesados, hidrocarburos y restos industriales.
El especialista Omar Arellano, de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra de la UNAM, explica que la mezcla de contaminantes incluye bencenos e hidrocarburos, sustancias clasificadas como cancerígenas.
Promesas incumplidas: ¿qué pasó con el proyecto federal?
En septiembre de 2024, el gobierno federal firmó una declaratoria donde reconocía el grave deterioro ambiental de Tula.
El documento aceptaba que los contaminantes estaban afectando a la población y al medio ambiente. Sin embargo, habitantes y organizaciones aseguran que nada ha cambiado.
“Están acabando con nuestra vida y con nuestro ecosistema. La SEMARNAT ha sido omisa. No quieren atender el programa de restauración ecológica”, señaló Yuri Uribe, del Movimiento Social por la Tierra.