La fe de millones de mexicanos fue puesta a prueba en el siglo XX, cuando un hombre cometió un atentado contra la imagen de la Virgen de Guadalupe, una de las figuras religiosas más importantes para millones de creyentes y parte de la cultura mexicana.
Pero como si se tratase de un milagro, el artefacto explosivo dejó daños significativos en la Basílica, aunque la tilma que resguarda la imagen permaneció intacta, reafirmando el asombro que rodea la historia de la Morenita del Tepeyac.
¿Cuándo fue el atentado contra la imagen de la Virgen de Guadalupe?
El atentado ocurrió el 14 de noviembre de 1921 dentro de la antigua Basílica de Guadalupe , ubicada en el cerro del Tepeyac, en la Ciudad de México (CDMX), según cuentan los registros de la Arquidiócesis.
Eran aproximadamente las 10:30 de la mañana, cuando una explosión de dinamita sacudió el lugar, destrozando las gradas del altar y dejando los candeleros de latón hechos pedazos. En medio del caos, el Cristo Crucificado, una imponente figura de hierro y bronce que pesa 34 kilos, y que se alzaba justo antes de la imagen de la Virgen en el altar, terminó en el suelo.
Todo debido a un artefacto explosivo que fue escondido en un arreglo floral a los pies de la Virgen de Guadalupe, por uno de los trabajadores que se encontraba en el antiguo recinto.
¿Quién atentó contra la imagen de la Virgen de Guadalupe?
El responsable del atentado fue identificado como Luciano Pérez Carpio, un hombre que ingresó a la Basílica llevando un ramo de flores, y quien aprovechando la distracción de las personas, se acercó al altar para destruir la venerada imagen.
Los diarios de la época narran que tras escuchar el estruendo, los testigos observaron a Luciano Pérez correr del lugar, por lo que de inmediato fue rodeado con la firme intención de lincharlo.
Sin embargo, autoridades religiosas del Tepeyac habrían recibido una llamada del presidente Álvaro Obregón, quien les ordenó evitar el linchamiento del presunto responsable.
Significado de la imagen de la Virgen de Guadalupe
La Virgen de Guadalupe es mucho más que un símbolo religioso; representa parte de la identidad y el mestizaje mexicano, ya que desde su aparición en 1531 a Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, su imagen ha sido un emblema de fe.
La figura es representada con su rostro sereno y de piel mestiza, con una túnica rosa, y un manto con estrellas doradas, representando el cielo. Además de estar rodeada de rayos solares y de pie sobre una luna creciente, que reflejan la unión entre lo divino y lo terrenal.
Ante la imagen que conocemos, la también llamada patrona de México, tiene una gran relevancia en el imaginario colectivo, consolidándola como una figura que trasciende barreras religiosas y culturales, que, a pesar de los ataques y persecuciones del siglo XX, la devoción guadalupana ha permanecido inquebrantable.