“Había construido una vida feliz, en familia, con nuestros hijos. De repente, descubrí un mundo de pesadilla alucinante, cruel, obscena. Un mundo de barbarie desalmada.”, declaró Gisèle Pélicot ante el Tribunal de Avignon, Francia, luego de iniciar el juicio en contra de su exesposo, Dominique Pélicot.
En días recientes, el mundo se ha conmocionado por el caso de Gisèle, un ama de casa de ahora 72 años, que fue drogada por su propio marido, mezclando somnífero en la comida y bebida de ella, para que hombres que Dominique contactaba por internet, la violaran a cambio de dinero.
¿Entendemos la gravedad de que una persona fue violada 285 veces por año, a lo largo de casi una década (entre 2011 y 2020), por poco más de 80 hombres?
Conmoción en Francia: Gisele Pelicot, víctima del “Monstruo de Mazan” quien destrozó la vida de su familia
Los detalles del caso son aberrantes, y más cuando el hombre que aparentaba ser un gran marido, padre y abuelo, jubilado, que disfrutaba de recorrer a bicicleta Mazan, el pueblo en el que se había retirado el matrimonio, también tenía fotos de su hija y sus dos nuera s desnudas, aunque todavía no hay pruebas de que ellas hayan sufrido el mismo destino de Gisèle.
En una época donde la víctima sigue siendo culpada con los clásicos argumentos referentes a su vestimenta, a la hora que andaba en la calle o a de quién estaba acompañada, ¿de qué se le va a culpar a Gisèle? Este lamentable caso solo expone el histórico control patriarcal sobre la mujer, no solo individualmente sino como parte de un sistema que perpetúa el control y la subordinación de las mujeres.
Gisèle ha decidido hacer público su juicio y mostrar su rostro
Hasta ahora, 50 hombres han sido identificados como violadores de Gisèle , sin embargo, sus caras y nombres no pueden ser expuestos legalmente aunque colectivos feministas se han encargado de hacerlo, a pesar de los riesgos que conlleva.
Y es que la misma Gisèle ha decidido hacer público su juicio y mostrar su rostro ante los medios de comunicación, pues a pesar de que padece estrés postraumático, está clara que ella no tiene la culpa, y que la vergüenza y el repudio debe recaer en los responsables de uno de los crímenes más devastadores de los últimos años.
