¿Te imaginas hacer fila 4 horas para comprar pollo y 6 para cargar combustible? Este es el modelo socialista que fracasó en Bolivia

La crisis en Bolivia se agudiza, filas interminables para comprar pollo y también combustible evidencian el fracaso de su modelo socialista.

La doble crisis en Bolivia: largas filas para conseguir combustible y alimentos
Las filas se han convertido en el paisaje cotidiano de Bolivia, donde la escasez de combustible se suma al desabastecimiento de alimentos, síntomas de un profundo colapso económico exacerbado por la pugna política.|REUTERS
Notas
Mundo

Escrito por: Rodrigo Lema

La paciencia, como el pollo, se ha extinguido en La Paz, Bolivia. La imagen se repite en los mercados populares, ciudadanos formando filas de más de cuatro horas con la esperanza de conseguir un solo pollo para la familia.

Esta crisis de desabastecimiento, que ha vaciado frigoríficos y disparado la especulación, según analistas y el propio gobierno, la consecuencia directa de una ofensiva política lanzada por sectores sociales leales al expresidente Evo Morales, quien con angurria de poder, buscar ser candidato a las próximas elecciones.

Los bloqueos de carreteras en puntos estratégicos son la herramienta de esta pugna de poder.

Los bloqueos cortado el flujo vital de alimentos desde el oriente productor, principalmente la región de Santa Cruz, hacia los centros urbanos del altiplano, dejando a la capital política boliviana como principal rehén de una batalla que genera incertidumbre en el país socialista.

El costo humano de un conflicto político personal

En los mercados, el relato es de impotencia. Los puestos de venta están vacíos y los pocos productos que llegan por rutas alternas se venden a precios elevados.

“No hay pollo, y si hay, está por las nubes”, se queja una madre de familia en la fila. Mientras tanto, la Asociación de Avicultores (ADA) reporta pérdidas millonarias y advierte del riesgo de una mortandad masiva de aves por la falta de alimento en las granjas, una catástrofe económica en ciernes.

Este conflicto es una medida de presión orquestada por el “ala evista” del Movimiento al Socialismo (MAS), que busca forzar al gobierno de su rival político, el presidente Luis Arce, a ceder en el campo judicial y electoral.

La angurria de poder que paraliza al país

Fuentes del gobierno y analistas políticos describen las movilizaciones como una manifestación de la “angurria de poder” del expresidente Morales, quien busca condicionar al Estado para asegurar su viabilidad como candidato en futuras elecciones, pese a las restricciones legales y constitucionales.

El exministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, ha sido enfático al calificar los bloqueos como un “chantaje” y un “atentado contra la seguridad alimentaria del pueblo boliviano”, afirmando que no se puede perjudicar a toda una nación por los intereses personales de un líder político, similar discurso aseveró el ministro de Justicia de Bolivia César Siles.

La estrategia busca generar un malestar social y económico tan agudo que obligue al gobierno de Arce a negociar.

El colapso económico que alimenta el conflicto

La bonanza boliviana, que durante más de una década fue el estandarte del “Modelo Económico Social Comunitario Productivo”, se ha terminado.

Dicho modelo, sustentado en los altos precios internacionales y la exportación masiva de gas, se ha vuelto insostenible. La drástica caída en la producción de gas natural ha secado la principal fuente de ingresos del Estado, provocando un efecto dominó devastador.

El indicador más alarmante es el desplome de las Reservas Internacionales Netas (RIN). De un pico superior a los 15 mil millones de dólares en 2014, las reservas líquidas de divisas se han reducido a niveles críticos, limitando severamente la capacidad del país para importar bienes y defender la estabilidad de su moneda.

Este agotamiento fiscal se ha convertido en el factor central del descontento social y la inestabilidad política que hoy se vive.

Filas por gasolina, escasez de dólares: la crisis múltiple

Las colas no son solo por el pollo. En las estaciones de servicio de todo el país, las filas de vehículos para cargar gasolina y diésel se extienden por kilómetros. Bolivia, al no ser autosuficiente, debe importar gran parte de estos combustibles, una operación que requiere dólares.

La aguda escasez de la divisa norteamericana ha creado un mercado negro donde su precio supera tres veces más la cotización oficial, encareciendo toda la cadena productiva y de transporte.

Esta crisis múltiple se siente en los bolsillos y en la vida diaria. La falta de dólares dificulta la importación de medicamentos e insumos médicos, mientras que las empresas luchan por conseguir divisas para pagar a proveedores internacionales.

La economía boliviana se encuentra en una encrucijada, asfixiada por la falta de combustible que mueva sus camiones y la falta de dólares que mueva su comercio.

El costo lo están pagando los ciudadanos de a pie que evidencian que el modelo económico que heredó Bolivia desde la gestión de Evo Morales ha fracasado.

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