Se cumple una semana del deleznable asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, un hecho que no solo evidenció la fragilidad de su seguridad como funcionario, sino también la falta de respuesta del gobierno federal para expulsar al crimen organizado del municipio.

Durante meses, el alcalde hizo llamados de auxilio y, aunque desde Palacio Nacional se aseguró que lo que ocurre en Uruapan y en Michoacán es herencia de sexenios pasados, poco se ha dicho sobre cómo se administra esa herencia maldita: la impunidad y la violencia que persisten en un estado clave para la exportación de limón y aguacate.

El asesinato de Carlos Manzo enardeció a los habitantes que tanto lo apreciaban, quienes ahora exigen justicia y reclaman que, de una vez por todas, se atienda el problema que se recrudece en todo el país: la violencia y la inseguridad provocadas por el crimen organizado.

Paro en Uruapan: con los sombreros al aire exige justicia para Carlos Manzo

Ya no son partidos ni organizaciones los que salen a las calles a protestar; son los propios habitantes de Uruapan, la gente que arropó a Manzo, quienes piden al gobierno frenar la extorsión que azota al estado y que se replica en buena parte de México.

El legado de Carlos Manzo apenas comienza. Representa el ejemplo de muchos activistas, funcionarios y ciudadanos que no se callan ni se cruzan de brazos ante el panorama desolador que se extiende por el país.

Impuesto criminal a productores

La crisis no se limita a Michoacán. En Durango, ganaderos denuncian un “impuesto criminal” que encarece hasta 20 % los precios de los alimentos.

A los impuestos oficiales que cobra el gobierno —encargado de garantizar la seguridad de todos— se suma ahora el cobro ilegal de los grupos criminales, un costo que termina afectando el bolsillo de las familias mexicanas.

Grupo criminal en Durango: productores denuncian el cobro de impuesto en el campo mexicano

Basta de pensar que el narcotráfico es un problema aislado entre cárteles; su impacto se vive todos los días en los productos que consumimos.

El caso Adán Augusto sigue congelado

Como si no bastara la violencia y la impunidad, el caso de Adán Augusto permanece congelado por falta de voluntad política.

Aunque se prometió “cero tolerancia a la corrupción” y “barrer la casa de arriba hacia abajo”, hoy predomina el silencio político. Todo apunta a que se busca que la ciudadanía olvide el tema mientras se distrae con asuntos menores, como el regreso de un códice desde Francia.

¿Eso realmente ayuda a resolver los problemas de fondo que enfrenta México?

Las investigaciones podrían durar toda la vida: el caso Adán Augusto sigue congelado