Fiel a sus raíces argentinas, Gustavo Cerati tenía un equipo en el corazón: el Racing Club de Avellaneda. Sin embargo, a diferencia de muchos compatriotas que viven el futbol con pasión desbordada, el líder de Soda Stereo lo hizo en dosis mínimas.
Cuando le preguntaban, respondía con una frase que definía su relación con el deporte: “De Racing, pero poco futbolero”.
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“De Racing, pero poco futbolero”
Lejos de subir al escenario con la camiseta de “La Academia” o componer canciones sobre futbol, Cerati mantuvo su pasión de manera discreta.
Una de las pocas excepciones ocurrió en 1997, en un concierto en La Plata, cuando en plena interpretación de Primavera cero soltó un espontáneo “Dale Racing”. Ese gesto fugaz fue suficiente para que sus seguidores futboleros lo recordaran como uno de los suyos.
De la cancha al escenario
Si bien no fue protagonista dentro del campo, Cerati y Soda Stereo marcaron capítulos memorables en estadios icónicos del futbol sudamericano.
El Chateau Carreras de Córdoba, el José Amalfitani de Vélez y el Monumental de Santiago de Chile fueron algunos de los recintos donde su música desató pasiones comparables a un grito de gol.
Pero nada se iguala a lo vivido el 20 de septiembre de 1997 en el Monumental de River Plate, durante la gira del adiós. Tras recorrer Ciudad de México, Monterrey, Caracas y Santiago de Chile, la banda llegó a Buenos Aires para despedirse ante 60 mil personas.
“Llegó la hora, el minuto, el segundo, el instante. Supongo tienen sed. Soda Stereo, Buenos Aires, Argentina”, dijo Gustavo Cerati antes de repasar 27 canciones que culminaron con De Música Ligera y la frase que trascendió generaciones: "¡Gracias totales!”.
En su regreso con Me verás volver, los estadios volvieron a ser escenario principal. Ocho de las 23 fechas fueron en recintos futboleros como el Monumental, el Nacional de Chile, el Universitario de México o el Alberto Spencer en Ecuador.
Ya en su etapa como solista, sus conciertos fueron más íntimos, aunque con el tiempo también llenó estadios. El último fue en San Marcos, Perú, poco antes del accidente cerebrovascular que con los años terminó con su vida.
Gustavo Cerati nunca jugó un clásico, pero supo llenar estadios y provocar en la gente la misma euforia que solo el futbol y la música pueden generar. Hoy cumpliría 66 años el músico argentino.